La imagen del clásico gánster, de la época de los años 30 y 40, nos trae un look en el que el traje con chaleco, la corbata y el sombrero son las piezas imprescindibles de un estilo que traspasa las fronteras del cine.
Sin embargo, los primeros gánster no eran precisamente unos iconos de moda. Lucían pantalones, camisa y tirantes como uniforme de batalla, incluso chaquetas en tejido denim o pantalones de pana, tejidos propios de los estratos más bajos de la sociedad. El cine fue generando la imagen elegante y glamorosa de los gánster típicos. Trajes de tweed, de raya diplomática o en blanco y negro eran los más habituales junto a los sombreros Fedora, un básico del estilismo.
Los setenta y los ochenta dejaron unos gánster más al estilo de «Fiebre del Sábado por la noche» con camisas de cuellos XL, americanas ceñidas, anillos de piedras preciosas y relojes ostentosos. El traje de raya diplomática se convirtió en un básico para el buen gánster, y para los yuppies de los noventa, sinónimo de éxito y atractivo.
No solo los hombres de negocios vuelven a vestir como la mafia de principios del siglo XX, también los más jóvenes lo reivindican para vestir el concepto.
El estilo Capone se está imponiendo en la calle sin ni siquiera darnos cuenta.
El ocaso del streetwear y el inicio de la era de los hombres elegantes es una realidad. Se puede decir que estamos en los albores de una nueva etapa en la que se premiará a corto plazo la opulencia de un buen traje, de un abrigo bien cortado, del exceso de tejido frente a la relajación de una sudadera y un vaquero.
Los trajes de aquel otro tiempo eran cruzados. Por supuesto, no era una decisión casual, exigen más tela para su confección, porque las solapas cruzan una por encima de la otra, eran excesivos. Excesivos incluso en la elección de los tejidos, que son osados para la época.
¿Qué es un gran gánster sin una montaña de accesorios encima? Si tomamos una vez más de referencia a Al Capone, para nadie era desconocido su gusto por los pañuelos de bolsillo (tan criticados hoy en día), los sombreros de fieltro , las hebillas de cinturón cuajadas de diamantes, los anillos en el meñique o los gemelos. En aquel momento, estos cierres de puño apenas contaban con 30 referencias en el mercado, es decir, 30 modelos diferentes. Hoy ascienden a 150. Lo que evidencia un nuevo gusto por los pequeños detalles en el vestir masculino.
POR CÉSAR HERNÁNDEZ MÉXICO PRESIDENTE FEDERACIÓN MEXICANA DE SASTRES