E
stimado lector, lectora, como ya es costumbre, inicio un breve ciclo de artículos disruptivos, críticos sobre derechos humanos, pero siempre desde la intención de abonar a una mejor comprensión y una búsqueda incesante sobre qué son y qué deben ser los derechos humanos.
En la historia reciente, ha sido rentable para ciertos grupos de defensores de derechos humanos seguir apostando por ideologías de izquierda extrema, cuando esa ideología nunca ha funcionado en ningún lado, y en donde se ha instaurado solamente ha causado muerte y las mayores violaciones a los mismos derechos humanos.
Desde esas visiones se condena siempre al mercado, al sector empresarial, a la búsqueda de riqueza; anteponen siempre la explotación del trabajador, las injusticias sociales y sigue pretendiendo, como las granjas comunitarias de Fourier, como modelo social y justo.
Gritan en redes sociales contra estas injusticias desde un Starbuck usando su Iphone. O gobernantes con un reloj Rolex en la muñeca que tratan de esconder ante las cámaras. Son una gama de contradicciones y de utópicas formas de entender el mundo real. Los derechos humanos, se ha demostrado históricamente, solamente son posibles en la democracia y en el libre mercado.
Claro que queremos un mundo más justo (que históricamente lo es precisamente desde las democracias, el libre mercado y la revolución industrial), pero no a contracorriente de los sus hechos materializadores.
Así, hemos desdeñado el rol que la tecnología y la ciencia han tenido como posibilizadores de los derechos humanos, así como aceptar que la tecnología y la ciencia solamente avanzan por las necesidades del mercado. Incluso, muchas personas de ciencia desdeñan a su vez los derechos humanos, no se visibilizan o no son conscientes como sus entes materializadores.
En esta serie de artículos busco hacer justicia a los otros grupos que nunca les han colgado, o se han colgado la medalla de materializadores de derechos humanos. Y en este primer número hablaré sobre el fin de la esclavitud, como la entendíamos en su forma antigua.
La humanidad desde sus inicios necesitó de mano de obra para construir sus ciudades, para mantenerlas, para alimentarlas y demás. Fuera de los propios ciudadanos o esclavos. Desde las primeras memorias escritas, tenemos conocimiento de la autojustificación de los pueblos esclavizadores y su derecho a hacerlo; igualmente y sabemos que desde entonces había voces que decían que era incorrecto. Un ejemplo es Aristóteles, que respaldaba la esclavitud contra voces que decían que no era natural. Hubo gobernantes que liberaron esclavos, como Ciro el Grande. Pero las medidas duraban poco tiempo. Existía una necesidad de mano de obra barata. Rentable.
Incluso la Iglesia Católica justificó la esclavitud durante la Edad Media y la Edad Moderna, durante siglos argumentó que la esclavitud era una institución natural y divinamente autorizada, y que los esclavos eran inferiores y debían ser gobernados por aquellos que eran considerados superiores. Fue hasta 1839, que el Papa Gregorio XVI condenó la esclavitud como “contraria a la ley divina y natural”. Y más tarde, en 1888, el Papa León XIII emitió la encíclica “Sicut Dudum”, en la que se reconoció la igualdad de todos los seres humanos ante Dios y se condenó la esclavitud y el tráfico de esclavos.
Si durante siglos parte de la sociedad condenó esta práctica, ¿por qué fue hasta el siglo XIX que se materializó la abolición de la esclavitud? La explicación de la conciencia ciudadana y sus marchas, y sus teóricos no nos dan el cuadro completo. ¿Qué acontecía en el mundo, cuál era el contexto de estas voces y reclamos?
La palabra es “rentabilidad.” La asociamos a mercado y revolución industrial y tendremos la respuesta.
El momento en que los esclavos dejaron de ser rentables dependió de factores como las economías locales, las entonces nuevas tecnologías y la expansión de la industria, que hicieron que la esclavitud fuera menos rentable y menos necesaria, sumada a las políticas del momento en ciertas sociedades y esta misma sociedad que cada vez necesitaba menos el trabajo esclavo.
En general, los esclavos dejaron de ser rentables cuando los costos de mantenerlos, incluyendo alimentos, vivienda y atención médica, superaron los beneficios que se obtenían de su trabajo. Junto a la necesidad de incorporarlos a una economía donde también pudieran ser consumidores. Fueran trabajadores asalariados y no esclavos.
¿Amable lector, lectora, pueden ya vislumbrar cómo se asocian el mercado con la revolución industrial?
No obtuvimos u otorgamos la libertad a las personas esclavas por un acto de conciencia global o colectiva. Fue porque ya no existió la necesidad de tenernos o tenerlos como esclavos, o bien, era más necesaria su incorporación al mercado como consumidores que como esclavos. Por un lado, la tecnología permitió que las máquinas hicieran el trabajo de decenas e incluso de miles de esclavos, sin los costos de su mantenimiento y desgaste. Por el otro lado, el mercado industrial también necesitaba más consumidores y más trabajadores consumidores; y era mayor el beneficio de tener hombres libres trabajando por un salario e incorporarlos como consumidores que tenerlos como esclavos sin una paga y ajenos a este mercado.
Así, conforme la tecnología y el mercado fueron expandiéndose, la sociedad necesitó menos esta mano de obra esclava y sí más su consumo. Ello facilitó también la expansión y reclamo de las ideas de libertad. Al final, la medalla y el mérito del fin de la esclavitud no se la llevaron el mercado y a las tecnologías, vía Revolución Industrial, pues siempre ha sido redituable señalarlas de todo lo malo del mundo moderno. El mérito se los llevaron los teóricos y la sociedad que reclamó – ya desde la comodidad de sus vehículos no jalados por humanos o bestias y con camisas del algodón que recolectaban ya máquinas- este derecho a la libertad y fin de la esclavitud.
Así que, ¿a quién le debemos realmente el fin de la esclavitud? ¿a las innumerables personas que desde la antigüedad se pronunciaron contra ella o a las condiciones que hicieron viable materializar estos reclamos? Y usted, ¿si no fuera trabajador libre asalariado, sería esclavo? ¿su libertad la debe al libre mercado y a la ciencia y tecnología?
POR SERGIO MONTOYA MÉXICO PUBLICACIÓN EDICIÓN DIGITAL ENERO 2024 DESCARGALA GRATIS