Una vez una maestra de escuela y además licenciada en psicología infantil me dijo que prefería antes a un niño travieso y ruidoso, que a uno sentado en su rincón mirando a los demás. El primero participa, se equivoca y aprende, es feliz. El otro no.
Los niños son traviesos, inquietos, curiosos, tienen rabietas, gritan, desobedecen y tienen mal genio. Los niños corren, saltan, chillan y ríen con fuerza. ¡Son niños! Están en pleno proceso de aprendizaje, están descubriendo el mundo, tanteando a sus adultos de referencia, midiendo sus fuerzas.
Uno de los objetivos principales que tenemos los padres es criar a nuestros hijos felices, nos da igual por lo general si no son los más listos de la clase, si no juegan bien al fútbol o si no son los más guapos. ¡Qué más da, si crecen alegres!
No siempre los niños más listos, con capacidades y habilidades especiales o especialmente guapos son los más felices.
Y es que, la niño fobia se está apoderando de buena parte de la sociedad que pretende que los bebés no lloren en los aviones, los niños estén dos horas sentados en un restaurante sin levantar la voz o anden por la calle como autómatas en vez de ir dando saltitos.
Los niños suelen motivarse con facilidad, pero también pierden el interés muy rápido. Por eso no es extraño que muchos padres se pregunten cómo mantenerlos motivados durante más tiempo y, sobre todo, cómo conseguir que se interesen por alcanzar metas cada vez más complejas. En este sentido, la pirámide de Maslow puede convertirse en un excelente punto de partida no solo para comprender cómo funciona la motivación.
La pirámide de Maslow explica de forma científica cuáles deberían ser prioridades de nosotros los adultos y de los niños para sentirnos felices. Aquí tienes la explicación de cuáles son las necesidades de tu hijo, todo lo que tu hijo necesita para ser feliz, según la pirámide de Maslow.
Cariño, comprensión, normas, límites, aprendizaje, estudios, amigos… Sí, todo estos es importante para un niño. Pero, ¿en qué medida? ¿En qué orden? ¿Cuáles debemos priorizar? El psicólogo Abraham Maslow explicó en 1943, mediante una pirámide cuáles deberían ser nuestras prioridades en la vida para sentirnos realizados, felices. ¿Se podría aplicar también a nuestros hijos? ¡Lo analizamos!
La base se refiere a la salud física y psicológica.
Crear un vínculo con los hijos y ofrecerles seguridad y afecto, sería la segunda fase de necesidades básicas para los niños.
Tercera fase: Amistad, relaciones con los demás. Sí, la amistad es un valor esencial, pero en esta capa de la pirámide, Maslow no se refiere al valor en sí, sino a las relaciones que vamos creando con los demás.
En este aspecto de la cuarta fase, es una necesidad básica el sentir una buena autoestima y reconocimiento por parte de los demás. Es importante ayudar a nuestro hijo a potenciar la autoestima y la confianza en sí mismo para que pueda llegar por fin a la cúspide de la pirámide.
Una vez atendidas todas las necesidades básicas está el gran objetivo, que no es otro que nuestros grandes sueños… Esa profesión que tanto le gustaría practicar a tu hijo, convertirse en un gran escritor, luchar para acabar con las injusticias… Todo lo que tu hijo sueñe.
Muchas parejas esperan tener un hijo para sentir que su amor tiene sentido, hay otras parejas que creen que tener un hijo es lo mejor que le puede suceder a la relación, o simplemente, se decide tener un hijo para ampliar la familia, entre otros muchos motivos como son: que es bonito, que puede dar sentido a la vida, que puede ser la mejor forma de dejar huella de nuestro paso por el mundo o simplemente, porque nos hace felices.
¿Por qué no soy feliz si tengo un hijo? Muchos padres se hacen esta pregunta, ya que estamos acostumbrados a que se nos pinte la maternidad y la paternidad de color rosa y con muchas sonrisas. Esto lleva a algunas mujeres y hombres a decidirse a ser padres para alcanzar también ese culmen de la felicidad. Pero yo tengo algo que decirte: no tengas hijos para ser más feliz; sé feliz y luego ten hijos.
POR DAVID ÁLVAREZ MÉXICO