La familia es el primer mundo social en la niñez, es el agente mediante el cual se introducen las primeras relaciones interpersonales, las relaciones íntimas; el cómo ser con el otro, y cómo ser tratados. Por derivación que, las normas y valores adoptados de este entorno inmediato sean acogidos como propios y estos a su vez, permitan formular un juicio de valor sobre uno mismo y hacia los demás. Del mismo modo, es la convivencia familiar un valiosísimo factor para el desarrollo afectivo y emocional de cada uno de sus miembros.
Al igual que en aquellas recetas de cocina favoritas que nos hacen conectar con los más profundos placeres, en la unión familiar deben existir elementos que nos permitan conectar placenteramente con los integrantes de la misma y a partir de allí crear ése “match” inolvidable que nos deleita la vida. Entre los ingredientes más importantes que deben existir en la cocina familiar se encuentran: las miradas, risas, la complicidad, besos, abrazos, el perdón, el juego, el respeto, la solidaridad, límites amorosos, gratitud, creatividad, responsabilidad, la expresión emocional y la tolerancia. Sin duda es sobresaliente la importancia de usar las oportunidades para cultivar un contacto sólido y duradero. Para ello el amor nos invita a acomodar las disponibilidades de tiempo.
Se precisa de tiempo y amor para generar comprensión, comunicación, protección y seguridad en la vida de una persona, sin embargo en la actualidad pareciera es con lo que menos se cuenta a la hora de resolver los problemas diarios de crianza. El tan ocupado mundo, el reposicionamiento de valores sociales y el “corre-corre” de la vida actual hace que no todos los padres encuentren facilidades para repartir sus días con todo y su estrés diario. Sin embargo, lo que sí es posible es escoger cuánto, cuándo, cómo serán los momentos o actividades.
Para ello existen dos parámetros importantes: cantidad y calidad. No bastan 10 minutos de altísima calidad, y no son suficientes 5 horas si la atención del tiempo está dividida entre mi hija/o y el celular. El objetivo es primero identificar aquellos bloques en los que se invierte mucho tiempo, empero, aportan muy poco, y por otra parte, conciencia de aquellos momentos a los que a pesar de su gran importancia, no se les está dedicando el tiempo que requieren.
Así pues, entre la irresolución del debate de cuánto tiempo o cuando es prudente se llega a veces como madres/padres a sentirse inseguros ante la necesidad de permanecer más tiempo o inseguros porque si las necesidades económicas, o el desarrollo personal y familiar, y todo ello con un desenlace que infortunadamente justifica muy bien la ausencia en el hogar. La desconexión con el momento presente y la tendencia al multitasking alejan las posibilidades de priorizar los objetivos vitales, la generalmente justificado en el sentido de la responsabilidad, y modificando en mucho la forma de vivir, la mayoría de las veces a expensas de no vivir asuntos importantes de la vida de los hijos. Aun cuando se puede decir “te quiero” o “te amo” a los niños, niñas y adolescentes, estos sienten el vacío dejado por la falta de presencia activa.
¿Cómo debe ser este tiempo? Debe estar plasmado de respeto, empatía, es decir de acompañamiento emocional, en donde la escucha activa, el humor, el interés genuino por lo que alegra, enoja o entristece tiene un lugar para ser atendido por los miembros de la familia. El acuerdo de todos sus integrantes es fundamental. Un ejemplo de ello podría ser compartir una comida diariamente, en donde como premisa todos deben participar y comprometerse a no fallar. Lo mismo puede aplicarse con otras actividades, ¡hay que poner a funcionar la creatividad!
Para definir el “cómo” se debe hacer un reacomodo, a fin de quitar o reducir algo de tiempo a las actividades menos importantes y dedicárselo a lo que realmente vale la pena, como lo es por ejemplo el contacto con la familia para participar más activamente en su proceso de formación y educación. El “cómo” sirve para realizar acciones enfocadas a un propósito, el tiempo que se da con amor no sucede solo, ¡hay que provocarlo!
Siempre hay una oportunidad para construir un nuevo equilibrio. Un buen comienzo podría ser preguntarse ¿qué o quién es aquello que más amo? , pues aquello a lo que más se le dedica tiempo es aquello a lo que más amas. Levantarse con una intención es fundamental para focalizarse en aquello durante el día, si se considera el amor y el valor del tiempo en las personas como parte de las intensiones a cumplir diariamente, se podrá invertir tiempo con los hijos favoreciendo el equilibrio emocional a lo largo de su vida.
POR PSICÓLOGA SILVIA MARIN COSTA RICA