La historia de San Jorge, conocido por vencer a un temible dragón, se desarrolla de manera inesperada tras su victoria. Después de eliminar al dragón, San Jorge se encontró sin enemigos que enfrentar, lo que lo llevó a imaginar dragones por doquier, con consecuencias desastrosas. Esta historia refleja un fenómeno que algunos activistas sociales experimentan al alcanzar sus objetivos: una búsqueda de nuevas causas que, a menudo, resultan menos justas o perpetúan desigualdades.
El “Síndrome de San Jorge Jubilado” es un concepto explorado a partir de la obra de Kenneth Minogue, “The Liberal Mind” (1963). Se refiere a individuos que, tras lograr las metas de un movimiento social, continúan buscando luchas que defender. A pesar de los numerosos avances sociales del siglo pasado, quienes experimentan este síndrome no sienten satisfacción plena, clamando por reconocimientos y derechos que a menudo parecen absurdos.
El fenómeno lleva el nombre de San Jorge, quien, después de enfrentar al dragón, no supo cómo manejar la ausencia de una amenaza. Volvió a alzar su espada, atacando pequeñas lagartijas y confundiendo hombres con dragones, similar a Don Quijote con molinos. Estas acciones irracionales reflejan el comportamiento de algunos activistas, quienes, después de ayudar a superar reales injusticias sociales, se embarcan en la búsqueda de más “dragones” que vencer.

Desde los años 60, movimientos sociales han derribado muchas opresiones: racismo, misoginia, homofobia, e incluso la esclavitud. Aunque aún persisten desigualdades, su severidad ha disminuido. Sin embargo, una vez logrados sus objetivos, los movimientos enfrentan un dilema: disfrutan del éxito alcanzado pero también sienten un vacío que impulsa a buscar nuevas causas. Las segundas metas a menudo son menos significativas, a veces triviales o incluso generadoras de nuevas desigualdades.
Una manifestación notable de este síndrome es la habilidad de convertir situaciones banales en aparentes injusticias, creando una impresión de opresión. Por ejemplo, la controversia sobre el uso de rastas por personas blancas. Aunque el racismo está mayoritariamente rechazado y sancionado en muchas partes del mundo, ciertos autodenominados antirracistas han desviado su crítica hacia estos casos, argumentando que es una forma de opresión hacia la población negra. Al hacerlo, se limitan libertades personales y se fomenta una nueva forma de discriminación racial.

El Síndrome de San Jorge Jubilado puede aumentar desigualdades, enfocando luchas en causas absurdas y perjudicando logros reales que auténticos héroes alcanzaron en la historia. La igualdad es frágil, y la balanza se inclina fácilmente; aquellos que fueron oprimidos pueden convertirse rápidamente en opresores si no se mantiene un equilibrio adecuado. El fenómeno también provoca reacciones adversas, llevando a personas hacia posiciones contrarias que intentan revertir avances sociales logrados y regresar a situaciones pasadas. Así, cuando un movimiento social adopta posturas extremas, el lado opuesto se fortalece.
El Síndrome de San Jorge Jubilado refleja el desafío de encontrar propósito después de alcanzar metas sociales significativas. Es crucial que quienes participen en movimientos sociales reconozcan y celebren los logros alcanzados, evitando buscar enemigos donde no los hay. El verdadero progreso se logra manteniendo el enfoque en causas justas que promuevan la equidad sin crear nuevas desigualdades. Al entender las lecciones de San Jorge, podemos aspirar a un activismo más constructivo y enfocado en el bienestar de la humanidad.
POR SERGIO MONTOYA MÉXICO AULAS CNDH