Estimado lector, lectora, ¿ha sentido que su opinión de derechos humanos no vale, o que si la emite lo censurarán los nuevos y nuevas ministras que controlan el dogma de los derechos humanos, a menos que repita lo que ellos y ellas dicten? No, no está solo. De hecho, la mayoría pertenece o pertenecemos a cumplir ese rol. Ese rol tiene actualmente un nombre: NPC.
Le cuento, NPC son las siglas en inglés de “Non Playable Character”, que significa “personaje no jugador”. Los NPC´s de un videojuego son los personajes que forman parte de la historia y sus escenarios, pero no pueden ser controlados directamente por el jugador, aunque pueden interactuar con ellos. Tienen un papel secundario y, en muchos casos, están programados con patrones de comportamiento sencillos. Repiten sus movimientos y responden siempre con las mismas frases en las conversaciones.
En 2018, en un artículo, el diario “The Independent” recogió el uso de NPC como un insulto que había salido de los foros de redes sociales, adoptado por usuarios que apoyaban a Donald Trump. Esta palabra ha ganado popularidad y desde entonces los jóvenes la utilizan como un adjetivo descalificativo.
¿Si no pertenecemos a alguna de las diferentes poblaciones en situación de vulnerabilidad, entonces no tenemos el derecho a participar a menos que sea repetir los que esas poblaciones han establecido y autorizado? ¿Decir algo diferente nos descalifica? Muchas de esas decisiones nos obligan a hacer o a decir, o a no hacer o a no decir ciertas cosas. Y no se confunda amable lectora y lector, no promuevo un discurso de odio, simplemente analizo que siempre hay más de una sola forma de entender y vivir los derechos humanos. La filosofía misma busca lo mismo desde sus inicios, pero de diferentes formas y con diferentes escuelas. Y nunca una escuela se autonombró dogma oficial y se arropó en el poder para obligar a los y a las demás a solamente a tener un rol de repetición. Por ello, ¿no es válido proponer otras formas de entender y vivir los derechos humanos por el solo hecho de ser NPC´s?

En el complejo juego de los derechos humanos, ¿somos solo piezas movibles a voluntad de quienes controlan el debate? La sombra de la manipulación se cierne sobre este tema crucial, donde la narrativa impuesta por los grupos de poder ha relegó al resto a un rol de “personajes no jugadores” (NPC´s), sin voz ni agencia real. ¿Somos solo peones moviéndose al antojo de quien controla el tablero? La sombra de la duda se cierne sobre la universalidad de estos principios cuando observamos cómo su aplicación se vuelve tan subjetiva y dependiente del poder.
Aquellos que ostentan el poder dictan las reglas del juego, definiendo qué se considera un derecho y cómo se protege. Sus voces resuenan con fuerza en foros internacionales y organismos de control, mientras que las de la mayoría, reducidas a un murmullo, apenas se escuchan.
¿Somos simples NPC´s en este juego? Personajes sin agenda real, condenados a obedecer los dogmas e ideologías impuestas por los grupos de poder. Los NPCs, presentes en videojuegos y mundos virtuales, carecen de autonomía y solo reaccionan a estímulos predefinidos. De forma similar, en el tablero de los derechos humanos, quienes controlan la narrativa –gobiernos, organismos internacionales, grupos de poder– dictan las reglas y definen qué derechos son “jugables” y cuáles no; quiénes “juegan” y quiénes no; así como definen cuál es el dogma a repetir por los NPC´s y, en su caso, quiénes son los herejes del dogma.

Sin embargo, nuestra esperanza no se extingue. Nuevas organizaciones de la sociedad civil, nuevas organizaciones no gubernamentales y nuevas y nuevos activistas alzan su voz, desafían la narrativa dominante y exigen un cambio. Su lucha recuerda que los derechos humanos no son un regalo de las élites y grupos de poder, sino conquistas del pueblo, resultado de la presión y la movilización social. Incluso de la presión de otros grupos ciudadanos enquistados en el poder.
Tenemos que despertar de la apatía y exigir participación genuina en la construcción de un mundo donde todos los derechos sean “jugables” por todos y todas. Es la clave para convertirnos en protagonistas de nuestra propia historia, no existir solamente como simples NPCs´ en el tablero de la humanidad.
Solo así podremos construir una sociedad donde la dignidad humana no sea un privilegio que vivan unas y unos pocos, sino un derecho irrenunciable para todos y todas.
POR
SERGIO MONTOYA
MÉXICO