No es muy común escuchar sobre la violencia ejercida en contra de los hombres en una pareja, pues históricamente, en torno a la figura masculina se ha marcado un estereotipo caracterizado por la fuerza física y por la insensibilidad, caso contrario al creado para la mujer. Sin embargo, un caso de maltrato al hombre es mucho más habitual de lo que nosotros pensamos.
Cabe destacar que la violencia en una relación se entiende por cualquier agresión física, psicológica, mental y sexual con el fin de mantener el control sobre la otra persona.
En la cultura mexicana el hombre es visto como la parte fría, resistente, que domina sus emociones, que es agresivo y hasta cierto punto insensible. Quien no cumple con lo anterior es visto como menos hombre o poco masculino. Ante este estilo de crianza el hombre crece pensando que debe ser fuerte e ignorar todo lo que sea de origen emocional y que pueda volverlo vulnerable.
El rol masculino impuesto a los mexicanos los lleva a ser objeto de burla cuando expresan que dentro de su relación sufren de acciones violentas por parte de la mujer. Expresiones como mandilón o llorón acompañan al hombre que quiere dar a conocer un momento complicado en su vida.
Al hablar de violencia en la relación de pareja podemos afirmar que muchos estudios se han centrado en documentar la existencia de violencia de hombres hacia mujeres, sin embargo, ¿qué sucede cuando son los hombres los que viven la violencia por parte de sus parejas mujeres? Las pocas investigaciones sobre el tema, su notoria ausencia en programas gubernamentales, el desconocimiento social y presiones culturales, han influido para silenciar esta problemática.
Costa Rica no es la excepción, actualmente es un problema social que va en aumento, existen las nulas posibilidades de un contexto de ley que pueda controlar éste suceso social.
8.215 mujeres han sido denunciadas por violencia doméstica por sus parejas en lo que va del 2024.
La información la dio a conocer el Observatorio de Violencia de Género contra las Mujeres y Acceso a la Justicia del Poder Judicial de Costa Rica.
Estos datos reflejan un aumento de 208 con respecto al año anterior. En el mismo periodo del 2023 se reportaron 8.007 denuncias de mujeres por agresión.
Además, el Poder Judicial indicó que 8.546 hombres han denunciado haber sido agredidos en sus hogares. Destacando que el grupo más afectado incluye a hombres de entre 27 y 35 años, con 1.186 denuncias.
Un dato alarmante es que los hombres solteros son los que más denuncian, con 3.609 acusaciones interpuestas.
Sin embargo, esta realidad parece ser ignorada en el discurso público y en el sistema judicial, donde, según Eugenia Quesada, presidenta de la Fundación Instituto de Apoyo al Hombre (Fundiapho), los hombres no reciben el apoyo adecuado.
Quesada explicó en entrevista con Diario Extra que, a menudo, los hombres no reconocen ciertas formas de violencia y enfrentan barreras para obtener protección.
“Nunca se les ha hecho una campaña para enseñarles qué es violencia”, menciona. Además, los tribunales han impuesto requisitos que excluyen a muchos hombres de recibir medidas de protección, como la necesidad de tener una dependencia económica o psicológica de su agresor.
El sistema judicial también enfrenta críticas por sus procedimientos. Quesada señala que muchos casos de violencia masculina no se registran correctamente debido a requisitos ilegales, y cuando se aceptan, las medidas de protección para los hombres a menudo son anuladas por las solicitudes de las mujeres. Esta situación se agrava por el estigma social que minimiza la violencia contra los hombres y el escaso apoyo institucional disponible para ellos.
La falta de reconocimiento y apoyo para las víctimas masculinas de violencia doméstica podría tener serias implicaciones, advierte Quesada, incluyendo una creciente desconfianza en el sistema judicial y potenciales riesgos de que los hombres tomen la justicia por sus propias manos. A pesar de que la ley permite medidas de protección sin necesidad de pruebas, la realidad es que estos casos a menudo quedan desatendidos.
La situación pone de relieve una necesidad urgente de mayor sensibilidad y equidad en el tratamiento de todas las víctimas de violencia doméstica, independientemente de su género.
La violencia conyugal es una conducta abusiva que se da dentro de una relación que provoca tanto daño físico como psicológico. Generalmente, son formas de demostrar dominación y control sobre la otra persona, que se repite reiteradamente agravándose la intensidad y frecuencia. La mayoría de los investigadores se han centrado en estudiar las características psicológicas y el perfil tanto de las personas agresoras como de las víctimas. Asegurando que una persona maltratadora puede pertenecer a cualquier clase social, con una baja autoestima y un deseo irracional de dominar a la otra persona. Además desarrollan esa tendencia mediante aprendizaje, ya que la violencia es aprendida, sobre todo, al observar la conducta violenta en
modelos referenciales. Por lo tanto, la conducta violenta en el hogar es el resultado de un estado emocional intenso que interactúa con unas actitudes de hostilidad, un repertorio pobre de conductas y unos factores precipitantes, así como la percepción de vulnerabilidad de la víctima.
La violencia doméstica proviene de estructuras sociales, económicas, políticas y culturales desigualitarias e injustas. No se trata de un fenómeno nuevo, pero su reconocimiento como problema social si es relativamente reciente.
POR DAVID ÁLVAREZ MÉXICO Fuente: Diario Extra Costa Rica