La depresión es un trastorno emocional el cual es causante de sentimientos de tristeza constante y que además puede interferir con la capacidad e interés por realizar diferentes actividades cotidianas. La depresión es una enfermedad muy común, pero esto no significa que no sea grave y es muy posible que se requiera de tratamiento (antidepresivos) para que la persona se sienta mucho mejor.
La depresión puede darse a cualquier edad, sin embargo, es más frecuente en adolescentes (10-19 años) ya que es una etapa única y formativa. Los múltiples cambios emocionales, sociales y sobre todo físicos son los que se dan en este periodo de adolescencia.
La adolescencia es un ciclo muy difícil sobre todo para el desarrollo y el mantenimiento de hábitos sociales y emocionales importantes para el bienestar mental. Es muy importante contar con un ambiente favorable con la familia, en la escuela y la comunidad en general.
Se estima que alrededor del mundo, el 10% y 20% de los adolescentes experimenten trastornos mentales, sin embargo, lastimosamente no se diagnostica ni se son tratados adecuadamente.
Las circunstancias que describen la salud mental en la adolescencia son múltiples, entre más sean factores de riesgo a los que están expuestos los jóvenes, mayores son los efectos que puedan tener para su salud mental.
Algunas de las causas que pueden contribuir al estrés durante la adolescencia son el deseo de una imponente autonomía, la presión para amoldarse a las personas de su edad, exploración de identidad de sexual y un mayor acceso y uso de la tecnología.
La depresión en adolescentes está muy influenciada por los medios de comunicación, redes sociales y la imposición de las normas de genero pueden poner fuera sí la disconformidad entre la realidad que viven los jóvenes sus precepciones o aspiraciones de cara al futuro, situaciones de estigmatización, discriminación, exclusión, o falta de acceso a servicios, apoyo de calidad. Sin dejar a un lado que la salud mental de los adolescentes también puede tornar en la calidad de vida y las relaciones que se tiene con la sociedad ya sea con sus familias, amigos, vecinos, compañeros entre otros.
La violencia familiar, violencia sexual y los problemas socioeconómicos contribuyen riesgos reconocidos para la salud mental.
Por otra parte, los adolescentes con depresión son específicamente mucho más vulnerables a la exclusión social, la discriminación, la estigmatización, dificultades educativas, mala salud física y sobre todo la violación de los derechos humanos.
Trastornos depresivos recurrentes: Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) se caracteriza por repetidos episodios de depresión. Durante estos episodios, hay estado de ánimo deprimido, pérdida de interés y de la capacidad de disfrutar, y reducción de la energía que produce una disminución de la actividad, todo ello durante un mínimo de dos semanas. Muchas personas con depresión también padecen síntomas de ansiedad, alteraciones del sueño y del apetito, sentimientos de culpa y baja autoestima, dificultades de concentración e incluso síntomas sin explicación médica.
Dependiendo del número y de la intensidad de los síntomas, los episodios depresivos pueden clasificarse como leves, moderados o graves. Las personas con episodios depresivos leves tendrán alguna dificultad para seguir con sus actividades laborales y sociales habituales, aunque probablemente no las suspendan completamente. En cambio, durante un episodio depresivo grave es muy improbable que el paciente pueda mantener sus actividades sociales, laborales o domésticas si no es con grandes limitaciones.
Trastorno afectivo bipolar: La OMS lo caracteriza por ser darse en episodios maníacos y depresivos separados por intervalos con un estado de ánimo normal. Los episodios maníacos cursan con estado de ánimo elevado o irritable, hiperactividad, logorrea, autoestima excesiva y disminución de la necesidad de dormir.
Diagnóstico y tratamiento que aconseja la Organización Mundial de la Salud que son eficaces para la depresión moderada y grave. Es que los profesionales de la salud mental puedan ofrecer tratamientos psicológicos, como la actividad conductual, la terapia cognitiva conductual y la psicoterapia interpersonal o bien, medicamentos antidepresivos.
Los antidepresivos pueden ser muy útiles en la depresión moderada a grave, sin embargo, no son el tratamiento de elección en los casos leves y no se deben utilizar para tratar la depresión en niños ni como tratamiento de primera línea en adolescentes, en los que hay que utilizar con cautela.
POR ESTEFANÍA BRENES PANAMÁ / COSTA RICA